domingo, 29 de junio de 2014

Mahoma y la puta montaña


Ante mi retorcida insistencia, Khaled aceptó llevarme con él a Marruecos. Nos marchamos a finales de febrero y hemos vuelto hace escasamente un par de meses, uno detrás de otro. La Sandra acortó definitivamente la vida de mi ordenador y he tardado un par de semanas en comprar otro. Desde que estoy en Madrid siento que algo no marcha bien dentro de mí, aún estoy investigándolo. Quizá tantas emociones han hecho que me convierta en otra persona, no estoy segura.

Estaba dispuesta a pagar los billetes en avión, pero me repitió varias veces que deseaba hacer el trayecto en barco conmigo. Camino de Algeciras, aún dentro del tren, ya pude sentir su calentura a través de su lengua dentro de mi oreja o con su mano una y otra vez buscándome la entrepierna. Le divertía el recato que yo mostraba ante el resto de pasajeros del vagón y sentenció sus intentos diciéndome que en el barco todo sería distinto. Y así fue. El ferry no había salido del puerto y ya le tenía pegado a la espalda, mostrándome el estado de su polla bajo el pantalón. Se empeñó en realizar todo el trayecto en la cubierta, se empeñó en buscar un lugar más apartado cuando otra pareja llegó y tomó asiento en los bancos de madera y se empeñó también en que debía chupársela durante más tiempo del que yo consideré adecuado. No hizo la menor intención de complacerme, hecho del que me quejé y poco después pagué mis quejas con una nueva penetración aún más brusca que la anterior tras cambiarnos de sitio.

Antes de bajarnos del barco me hizo quitarme el vestido y colocarme unos tejanos. Agarrándome del pelo y apretándome contra él me hizo después jurarle que seré siempre suya y eso hice. Aunque vuelva Munir, y le dije que sí. Pase lo que pase, y tuve que repetirlo. No salimos del baño hasta que me tuvo allí, corriéndome y empapándome los tejanos. Nos llamaron la atención y les respondió con insultos, como hace siempre que algo no le gusta. Antes de salir del puerto de Tánger y ya con la nueva moneda lo primero que hizo fue llamar por teléfono. Habló en un árabe bastante agitado con no se quién mientras jugaba con mi colgante y tiraba hacia sí de mi pezón izquierdo. Me hizo daño y al quejarme me ordenó silencio. Al colgar me dijo que tenía mujer y dos hijos y que yo le esperaría en el hotel donde tenía pensado alojarme todo el tiempo que él considerase necesario mientras estuviese con ellos. No supe qué decir y avanzamos buscando la salida sin mencionar palabra durante largo rato.

Se detuvo de pronto y dijo que allí mismo esperaríamos un taxi. Había cerca un grupo de hombres que no me quitaban la vista de encima y fue entonces cuando me armé de valor y le pregunté directamente con quién pasaría las noches en lo que durase el viaje. Me miró unos segundos a los ojos antes de responder que eso dependía de mi comportamiento y del comportamiento de ella. Le pregunté si era guapa y me dijo que sí. Le pregunté si la quería y me respondió que no hiciese tantas preguntas. Se comportó como un hijo de puta, pero me tenía loca perdida. No dejó de meterme mano durante el camino y que el conductor nos observase le resultaba divertido. Cuando llegamos al hotel me indicó que me ayudaba a subir el equipaje, le pedí que por favor se quedase conmigo unas horas antes de marcharse y lo hizo. En el ascensor también guardamos silencio y antes de que se abrieran las puertas de la cuarta planta me dijo que había sido yo quien se había empeñado en acompañarle en ese viaje. Era cierto.

Al llegar a la habitación echó un vistazo alrededor y también entró en el baño. Mientras yo trasladaba las maletas hacia el rincón del fondo él se sentó sobre la cama y, tras observarme muy serio, me pidió que me acercase. Ya junto a él, en un solo movimiento me volcó sobre la cama y comenzó a desabrocharme el pantalón sin decir nada. No tardó en bajarlo ni en abrirme los botones de la camisa dejándome el pecho al aire pues no llevaba sujetador. Se abalanzó sobre uno de los pezones, chupándolo, mientras con la otra mano bajaba su pantalón colocándose sobre mí impidiendo que me moviera. Fui incapaz de hacerlo. Al tenerle allí de nuevo altamente excitado le pregunté si también iba a follar con ella después y contestó que posiblemente no ya que tenía pensado estar conmigo hasta quedarse sin fuerzas. Se aseguró bien en dejarme contenta antes de cerrar la puerta y marcharse, un par de horas después de haber llegado. Desde entonces empezó mi pesadilla en soledad.

Fueron varias las veces que me asomé por la ventana del hotel antes de bajar a cenar con la idea de verle llegar, pero no lo hizo. Me llamó por teléfono cerca de las tres la mañana asegurándome que me recogería por la mañana pasadas las nueve, pero se presentó a buscarme a las doce y cuarto. Tardó en sacarme del hotel tres días con sus tres noches. Cada una de esas noches entraba por la puerta con la polla dispuesta a no darme tregua. Hubo veces en las que le bastó con la cama y entonces me penetraba hasta quedarse dormido. Otras veces no le bastaba con la cama y me quería a cuatro patas en el suelo, me soltaba sobre la mesa con las piernas abiertas para él o me sacaba a la terraza. La tercera de esas primeras noches entró con cara de pocos amigos, se desvistió rápido nada más llegar y me habló con desdén hasta que me hizo llorar. Me dijo entonces que tal vez lo mejor para mí sería regresar a Madrid y que él tenía un asunto pendiente allí todavía. El asunto pendiente tiene unos ojos increíblemente hermosos y verdes que le miraban -y quizá le siguen mirando- desde uno de los apartados de su billetera, la cual desplacé hasta el baño durante una de las noches que durmió a mi lado. Aparte de guapísima es la madre de unos hijos a los que aún no he visto. El mayor tiene cinco años y del otro no ha dicho nada ni yo pregunto para no odiar.

Al cabo de una semana mi cuerpo ya se había acostumbrado a recibirle tarde y a deshora. Cuando no llegaba cachondo llegaba cansado procurando siempre, eso sí, facilitarme grandiosos orgasmos que me impedían hablarle del maltrato al que me estaba viendo sometida. Con tenerle allí conmigo me valía, me tenía loca perdida. Hubo noches en los que me folló con una fuerza, más intensa aún de lo ya común, que llegaba a darme miedo. En una ocasión le miré con espanto, pensando que era capaz de romperme algo por dentro, pero esto pareció agradarle y me obligó a mantenerle la mirada mientras me la clavaba sin descanso. Le pedí que, por favor, frenase sus embestidas y él siguió un par de minutos más hasta que se corrió en un sin fin de exclamaciones. La noche siguiente recuerdo que entró en la habitación ya amenazando con querer repetirlo de la misma manera.

Al mes y medio de estar allí me explicó que cambiaríamos de hotel y eso hicimos. Cuando salíamos, que no era diariamente, siempre tenía prisa por regresar a la habitación que era su coto de caza. Me decía que Tánger ya lo tenía muy visto y que yo debía enfocarme en su polla, que aunque también la tenía muy vista siempre reservaba sorpresas para mí. No se equivocaba ya que, a pesar de tenerme allí viviendo en esas condiciones, yo me moría porque sonase el teléfono avisándome de su hora de llegada. Lo peor era verle salir por la puerta sin saber a ciencia cierta cuándo volvería a tenerle dentro. Fueron varias las noches en las que no acudió a verme y yo me tiraba de los pelos en una desesperación que desconocía hasta entonces. Cuando por fin regresaba lo hacía sin dar explicaciones y a mí no me daba tiempo a pedírselas, llegaba tan dispuesto como siempre y no tardaba en desnudarme ni en tirarme sobre la cama.

Una tarde me llamó diciendo que no bajase a cenar, cuyo horario en el hotel siempre vencía antes de su llegada. Dijo que esa noche me recogería y cenaríamos en un restaurante. Como las horas transcurrían lentas tuve tiempo de cambiar el color de mis uñas un par de veces y terminé los últimos crucigramas que él mismo me había llevado un par de noches antes. A la hora marcada yo ya estaba vestida para la ocasión y con una sonrisa imposible de disimular frente al espejo. Miré el reloj varias veces más antes de que se abriera la puerta. Me clavó los ojos antes de cerrarla tras de sí y se acercó a mí despacio, que me encontraba sentada sobre la cama. Se sentó a mi lado y no me dejó colgar los brazos detrás de su cuello como otras veces, retirándome. Me levantó la falda en un solo movimiento, colocando una de sus manos en mi entrepierna a la vez que me preguntó muy serio si tenía realmente pensado salir así a la calle. Sonreí, pensando que le gustaba, pero me sujetó con fuerza la mandíbula con la mano que le quedaba libre y siguió hablando mientras me apartaba con destreza el tanga

-así no puedes salir porque vas provocando y no voy a consentir que nadie te eche un polvo con los ojos... esta ciudad está llena de ese tipo de gente ¿entiendes? gente que quisiera verme muerto por caminar a tu lado

Con uno solo de sus dedos buscó mi clítoris, abriéndole camino al exterior. Seguidamente me besó en la boca, llevándose a continuación ese mismo dedo arriba, chupándolo mientras yo le miraba. Lo bajó de nuevo y lo introdujo en mi vagina, tan húmeda ya como mis propios labios. Mientras maniobraba no dejaba espacio al silencio

-la otra noche comprobé que te das cuenta de cómo te miran todos, ver el deseo en sus ojos te gusta... vi cómo os mirabais el camarero y tú mientras chupabas la cucharita de la maldita copa de helado... luego te sorprende que te folle de esa manera pero es que me pongo enfermo al pensar que quieres que otro lo haga... quítate ahora mismo esa ropa-

Mientras me disponía a hacerlo le entró mucha prisa y me giró bruscamente colocándome arrodillada sobre la cama quedándose a mi espalda. Escuché cómo desabrochó de una tacada los botones de su pantalón y, sin bajarlo, se sacó la polla restregándola contra mi culo antes de clavármela totalmente afilada. Con sus manos sobre mis hombros se mantuvo largo rato metiéndomela de pie, para después correrse escandalosamente dejándome la señal de sus dedos clavados en la cintura. Me dijo que me colocase los tejanos que había usado cuando llegamos, mientras él se secaba la polla con ayuda de mi falda. Apenas hablamos durante la cena y procuré no mirar al camarero en ningún momento, a pesar de que saberle celoso me entusiasmaba.

Tras ese episodio volvió a pasarse varios días sin dar señales de vida. Me hizo cambiarme de hotel otro par de veces en cuestión de semanas y al llegar al último de ellos me hizo volver a jurarle que seré siempre suya, cosa que hice aunque por dentro ya no estaba tan convencida. Había vuelto a las andadas muchas noches, sin intención alguna en complacerme y lloré en la terraza estando sola varias veces. Una noche discutimos porque él quería dormir a toda costa y la discusión fue tan intensa que en un arrebato terminó rompiendo la lámpara de su mesita de noche. No soportaba oírme hablar de su mujer ni yo estaba dispuesta a seguir viviendo allí encerrada, esperándole. Tardé un par de semanas más en concretar el pago de mi regreso en avión a Madrid y recuerdo que se lo conté al quedarnos sin fuerzas tras el último polvo. Mi regreso tendría lugar en un par de días, pero tan solo dijo que él aún tenía cosas pendientes allí. Recuerdo que me quedé dormida poco después soñando con un diluvio que arrasaba con todo, incluyendo mi piso con la Sandra dentro pintando. Cuando me desperté él ya no estaba en la habitación. Al salir de la ducha comprobé que me había dejado una nota sobre la mesita. Decía que volveríamos a vernos en España, que le perdonase por quererme solo para él y que cogería un vuelo la semana siguiente al terminar unos asuntos.

La Sandra atendió al telefonillo tras escuchar arriba su llamada desde el portal, yo me pintaba las uñas de los pies y no hice intención ninguna de caminar para hablarle. La Sandra trasladó el intercambio de mensajes de uno a otro hasta que me sacó de mis casillas y le dije bien fuerte para que pudiera escucharlo que se fuese a tomar por culo y no volviese nunca por allí. La Sandra se quedó a media repetición, separando de pronto la oreja dándome a entender que él también gritaba. Le dije a ella que colgase sin más y eso hizo. Siguió llamando durante unos diez minutos, con insistencia, pero yo le pedí que no atendiera hasta que el ruido me superó y no pude contenerme

-Vete a Marruecos o vete a la mierda pero déjame tranquila! No vuelvas a aparecer por aquí o tendré que denunciarte! No quiero volver a verte ¿te enteras o tengo que decírtelo en árabe? 

Colgué el telefonillo dejándole hablando solo, atropellándose en su discurso. Creo que ya no volvió a marcar. Mientras me dirigía a mi habitación con ganas de que llegase el diluvio soñado escuché a la Sandra decir que aún no le había contado el qué había ocurrido entre nosotros. Pegué un portazo al entrar e inmediatamente me dediqué a tirar al suelo la ropa y cosas de él que quedaban en mi armario. A la mañana siguiente, con treinta y cuatro llamadas suyas perdidas en mi móvil y con la ayuda de la Sandra, tiré sus pertenencias en el contenedor de basura y escupí antes de cerrar la tapa. A nuestro regreso al piso, insulté a mi vecina al cruzarnos con ella en el portal y a la Sandra le entró la risa nerviosa.

lunes, 13 de enero de 2014

Dios entre las piernas

Entro de puntillas en la habitación con frecuencia por las noches, procurando no hacer apenas ruido y entendiendo que fue suficiente durante la tarde, pero él termina siempre percatándose de que me he metido entre las sábanas y entonces comienza la guerra. Cada noche es una batalla. A veces le oigo respirar, entrecortado, mientras me desvisto y sé que me está esperando ansioso y que en cuanto me ponga las manos encima ya no podré soltarme. Otras veces me dejo caer con cuidado sobre uno de los laterales de la cama, mientras él duerme, pero en cuanto palpa mi presencia ya comienza a recorrerme el cuerpo con las manos en busca de mi entrepierna.

Dice que le tengo cachondo noche y día, desde luego siempre tiene ganas de follarme. En ocasiones me ha dejado exhausta sobre la cama, o directamente en el suelo, y cuando alguna vez le he dicho que no puedo más entonces me ha pedido follarse a la Sandra. Ya me ha dicho varias veces que sería bueno para él tener a otra mujer con la que desahogarse cuando yo me niego. Sé que me lo dice como castigo, aunque tampoco me extrañaría que se la follase cualquier día ya que también me consta que la Sandra le tiene ganas. Hay veces en que él se pasea casi desnudo por la casa y he visto entonces cómo ella se le come con los ojos. He visto también cómo se pone nerviosa cuando él está presente y no sería extraño que ella aceptase si Khaled diera rienda suelta a su amenaza de buscarse otra zorra.

Es un hijo de puta, sí, pero tiene a dios entre las piernas. Cuando le entran ganas de meter la polla en caliente a mitad de madrugada, cosa que suele ocurrir con bastante frecuencia, me despierta de cualquier manera y siempre altamente excitado, con la polla abriéndose camino entre mis nalgas la mayor parte de las veces. No suele gustarme el brusco despertar, pero cuando me he quejado entonces él me hace saber que también le gusta violarme. Mi resistencia a sus arrebatos nocturnos no suele durar mucho, ya que aprendió rápido acerca de mis debilidades sexuales. También me hace prometerle, casi semanalmente, que cuando vuelva su primo Munir no dejaré de verle. Suele pedírmelo cuando estoy casi a punto de correrme y si no lo prometo se retira, me lleva su polla a la boca o vuelve a hablarme de la Sandra.

Me gusta su forma de follarme salvajemente, pero su falta de delicadeza muchas veces da luz a mis quejas y es entonces cuando no tengo escapatoria. Escuchar mis quejas le excita sobremanera y casi siempre procura que me lamente primero haciéndome esclava de él después. Me ofrece orgasmos inmejorables cuando quiere y de forma continuada, tratándome como a una perra cada vez que le da la gana. Ha hecho que vomite varias veces al no estar dispuesto a separar su rabo de mi garganta, haciéndome también con frecuencia gemir de placer y de dolor a partes iguales. Alguna vez se ha preguntado en voz alta qué clase de dios le ha mantenido alejado de mí durante tantos años, haciéndome reír, no tardando en abalanzarse sobre mí de nuevo para emprender una nueva faena.

Esta misma tarde ha entrado siguiéndome en el baño, cerrando con seguridad la puerta tras de sí. Me disponía a meter ropa sucia en la lavadora y no me ha dado opción. Ha colocado mis dos brazos a izquierda y derecha del lavabo, me ha levantado la bata por encima de la cintura y manteniéndose detrás de mí se ha apresurado a bajarse el calzoncillo rozándome con su polla ya erecta. Me ha hecho inclinarme de forma que facilitase su entrada en mi vagina por detrás, consiguiéndolo. Dos o tres entradas y salidas suaves, mientras ha abierto el grifo echándome agua tibia sobre la nuca y no ha tardado en comenzar a acelerar sus embestidas. Ha seguido penetrándome con fuerza hasta que se ha corrido sin salir de mí, sin dejar de tirarme del pelo hacia atrás, empapándome de sudor y maltratándome en cada frase. Después me ha sentado sobre la tapa del wc, arrodillándose, y ha comenzado a comerme el coño hasta hacerme tocar el cielo con las dos manos.

Esta noche después de cenar y mientras yo estaba apilando los platos sucios en la cocina ha vuelto a acercarse a mí con ganas de más. Ha estado tocándome las tetas mediante un extraño juego, mientras me hablaba de algo que comentamos ayer. Una vez he terminado de colocar los platos le he dicho que se estuviese quieto con las manos, apartándole, explicándole que la Sandra llegaría a casa en cualquier momento pero esto solo ha provocado que me buscase con más ganas. Cuando se ha cansado de pelear conmigo, ha salido de la cocina advirtiéndome que me esperará despierto en la habitación. Conozco esa mirada suya de otras veces anteriores, está molesto y me hará pagar caro este rechazo. Es muy posible que hoy vuelva a atarme al cabecero de la cama y no me soltará hasta que no me encuentre ya del todo sometida a lo que él me dicte.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Vida intensa

En estos meses han sucedido muchas cosas.

Munir y David han pasado a la historia. El primero ya no está en este país y el segundo abandonó a la Sandra hace un par de meses dejándola embarazada. A mí me dejó una nota escrita en una cuartilla en el bolsillo de mi albornoz azul. No decía nada interesante, como buen cobarde. No me quedó más remedio que acompañar a la Sandra a una clínica, cerca del metro del Callao, para que abortase. Cuando se despertó de la anestesia se echó a llorar y me juró repetidas veces que no volvería a confiar en un hombre. Ahora pinta y come dentro de casa y come y pinta.

La marcha de Munir no me ha causado apenas tristeza, puesto que él mismo me presentó a su primo. Se llama Khaled y me sigue poniendo nerviosa, excitándome con solo mirarme. No tardé en bajarle los pantalones y no quiero dejar de hacerlo. Él dice que nunca encontró en Marruecos lo que encuentra conmigo en la cama y que el próximo viaje a su país lo haremos juntos, en verano. Ha salido esta mañana de casa y no volveré a verle hasta la navidad que él no celebra. Tengo el coño dolorido por su marcha, pero el no haber dejado de follar en toda la semana no es el único motivo ya que cada vez que se levanta de la cama, aunque sea para darse una ducha, hace que me duela algo. Quiero que su rabo guarde en las venas mi nombre y que lo diga en alto una y otra vez, una y otra vez.

Quiero que se termine corriendo dentro de mí, cada vez de una manera y siempre intensamente, tal y como lo viene haciendo desde que entró en mi casa. Quiero que tarde lo menos posible en recuperar el ánimo y que vuelva a follarme tantas veces como sean posibles, que la cuarta vez sea mejor que la segunda y que repitamos la primera porque ya se me ha olvidado. Termino manchando cualquier trapito que me pongo porque me tiene lubricando todo el santo día y sobre todo me encanta el que me someta a un continuo entrenamiento, nunca tiene suficiente y yo tampoco. Es magnífico.

La otra tarde nos sorprendieron en la cocina. Mientras Khaled se afeitaba en el baño yo me dirigí a la cocina para hacerme unas tostadas con mermelada. Antes, me había despertado al sentir su glande buscando el pasadizo entre mis labios. Casi siempre se despierta él primero y cada vez me despierta de una forma diferente, cosa que me encanta. Recibí su sugerencia gustosa y en un momento ya tenía su rabo explorándome por dentro, dándome los buenos días. En esta ocasión recuerdo que alcé mis dos brazos agarrándome con fuerza al respaldo de la cama y que me estuvo embistiendo sin piedad de esta manera hasta correrse de gusto.

Al salir de la habitación comprobamos que estábamos solos en la casa y entonces recordé que la Sandra tenía intención de acercarse al rastro. Mientras extendía la mermelada sobre la segunda tostada escuché que Khaled me llamaba. Entró en la cocina frotándose el pelo con una toalla y completamente desnudo. Me pidió, con esa forma suya de hablar, que por favor le cediera parte de mi desayuno y le pedí algo a cambio. No le había dicho aún mi propósito cuando se adelantó proponiéndome que me abriese la bata. Se colocó a mi espalda en cuanto lo hice y me abrazó la cintura. Me preguntó si tenía ganas de rabo mientras me colocaba el largo de la bata al hombro y como yo asentí con la cabeza enseguida me separó ambas piernas para comenzar la faena allí mismo.

Me cansé no tardando mucho de esa postura y accedió a sentarse en una silla, la cual inmediatamente colocó en el centro de la cocina invitándome a subirme encima suyo. Lo hice y comencé a cabalgar sobre su polla con verdadero entusiasmo, él sabe cómo sujetarme las caderas para que disfrutemos ambos. Cuando mejor nos encontrábamos, cuando su rabo entraba y salía de mi coño empapado y yo me pensaba tocando el cielo con las manos, los jadeos de los dos entorpecían cualquier otra escucha y la Sandra había llegado hasta el umbral de la puerta y nos observaba atónita y divertida.

Khaled aún no la había visto y giré su cabeza para que lo hiciera. Después de verla me miró a mí interrogante, que no me inmuté, y sin dejar de follarme aumentó entonces la velocidad de su empuje y, mientras ella se retiraba con sus bolsas, Khaled consiguió que me corriera diciéndome al oído que no iba a frenar si yo no lo pedía. No tuve fuerza para mencionar palabra, sintió mi final y me pidió que me colocase de espaldas. Lo hice y de esta manera me penetró de nuevo, comenzando algo más suave mientras me abarcaba ambos pechos. Me dijo que yo era su zorrita preferida, nombre con el que le gusta llamarme cuando está cachondo.

La Sandra regresó a la cocina para abrirse una cerveza y a Khaled, el tenerla allí de nuevo, le hizo bien. Siguió metiéndomela al límite y no tardó mucho más en descargar su lefa, lefa que terminaría en el suelo de una cocina que no he fregado hasta hoy. Y es que hoy, aparte de despedirme de Khaled en el aeropuerto y fregar el suelo de la cocina, he vuelto a discutir con la Sandra y he decidido volver a escribir aquí mientras exploro nuevas formas de ganar dinero.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Vicio

No han desaparecido los problemas entre nosotros, han cambiado de forma. Ahora David, como no se encuentra cómodo al ver que meto en mi casa a otro tipo para follármelo, se esfuerza más que nunca en satisfacer mis deseos con el fin de que le escoja a él siempre que se encuentra presente. Pasa más tiempo dentro en la casa que antes y a la Sandra la trata mejor que nunca. A mí me gusta que siga con ella y me sigo follando a David cuantas veces quiero pero ahora quien más me gusta es Munir y a veces transcurren los días y no bajo la basura ni piso la calle, que es precisamente lo que David pretende que yo siga haciendo.

Tras diversos y consecutivos encuentros en el interior del coche de David sin tener ningún reproche apareció una mañana insistiendo mucho, mucho, en querer darme por el culo. Me lo dijo por lo menos cuatro o cinco veces y me repitió que por favor por favor y que nos iba a gustar a los dos. Se puso tan pesado que dejé de chuparle la polla y le hablé con desprecio. También le dije que no me hacía sentir gran cosa para permitirle meter el rabo en mi culo. Entonces me dijo que la Sandra ya se lo había consentido y que venían disfrutando los dos mucho más que hasta entonces. Añadió que últimamente ella estaba muy caliente siempre y que eso también le gustaba. Dice que ella le manda mensajitos cada día y que ahora le gusta más follársela, que ya se deja hacer todo lo que él pide y que le excita mucho el rol de sado que ella acepta cuando se quedan solos.

Esa mañana, aparte de querer follarme el culo no hubo nada nuevo. Yo ya sabía que la Sandra puede ser una puta sumisa, cuando algún tipo la gusta mucho termina siéndolo siempre. No es la primera vez que se convierte en una esclava del devenir sexual de cualquier imbécil. A mí que ella disfrute y que él también es algo que me alegra, pero esto le alteró un poco. Esperaba otra respuesta muy distinta. No distingo los días y menos cuando Munir está conmigo pero creo que a él, a David, le molesta que yo me folle a otra persona y por ello pretende molestarme a mí, cuando ya le he dicho cuarenta veces que a mí su rollo con la Sandra me gusta y que de no ser así no estaríamos viéndonos. Tuve que volver a explicarle esto cuando me preguntó si acaso no oigo a través de la pared lo bien que se lo pasan juntos.

Yo en realidad llevo un tiempo sin escuchar una mierda, a pesar de no salir de mi habitación, porque dentro no dejo de tener sexo con Munir y cuando no follamos estamos hablando de cuándo vuelve por casa. En un par de noches regresará a Madrid de nuevo. Es una máquina de follar de calidad garantizada, tiene un miembro que parece que nació sabiendo, estoy deseando que vuelva y metérmelo entre sábanas. Mientras vuelve Munir yo sigo enredando con David y este nuevo ímpetu suyo en follarnos con ganas, pero me está hartando ya que no deja de presentarme problemas y Munir no me da ninguno.

Hace poco más de media hora que David ha salido de mi habitación para después, con los pies de puntillas, introducirse nuevamente en la habitación de al lado donde plácidamente duerme la Sandra. Esta noche somos tres y está de suerte. El caso es que esto lo hemos llevado a cabo varias noches, nunca con Munir dentro de casa porque no lo necesito. Primero me pregunta a través del móvil si tengo ganas de rabo y de ser así le contesto y le dejo abierta la puerta para que entre sin hacer ruido.

Con frecuencia nos lo montamos sobre la alfombra para no golpear la pared con el movimiento de cama, le tengo loco perdido con el objetivo de que cese de follarme a otro. Como hay noches en que no le contesto, cuando mi respuesta es afirmativa suele presentarse al poco rato con la polla dispuesta bajo el pantalón de pijama. Casi siempre se saca el pantalón antes de meterse en mi cama y me saludan ambos mientras esperan que les haga un hueco. Llega a oscuras y bastante agitado, parece que la situación le excita aún más que abajo en su coche. Emite muchas veces un sonido de gozo y descanso como de llegada a meta en cuanto anhelo su polla ya dentro y soy yo misma la que procedo a introducirla. A veces me dice que llevaba todo el día esperando que llegase el momento y otras veces no dice nada, más concentrado.

Esta misma noche el problema era que dice estar viciado conmigo y que alguna noche conseguirá sacarme la polla por la boca. Yo le he contestado con que procure que le funcione bien durante algún tiempo más, esto no le ha gustado y ha comenzado con las comparaciones entre él y Munir. Que si Munir me lo sabe hacer así, me ha preguntado mientras se zambullía a lamerme el clítoris y también me ha dicho que con el otro no me preocupo de los ruidos porque él y la Sandra nos han oído muchas veces. Está obsesionado con escuchar. Es curioso que al parecer a la Sandra también le pone muy cachonda el escucharme follando con Munir, David dice que no tarda apenas en comenzar a jugar con él bajo las sábanas cuando nos escuchan en pleno disfrute y que entonces acepta de buen grado por el culo.

Esto último me lo ha dicho mientras le tenía pegado a mi espalda paseando la polla por mis dos orificios. Entonces yo aún me he pegado más a él, mientras recordaba la polla mañanera de Munir despertándome interesada en el desenfreno posterior, y al pegarme David ha comenzado a masturbarme como siempre con su mano derecha mientras al oído ha seguido susurrándome datos, como que se imagina una noche con nosotras dos desnudas para él y alternando gustosamente el culo de la Sandra con mi vagina.

martes, 6 de noviembre de 2012

Si me dejase abrir su culo

Ahora David y yo estamos teniendo problemas, no aguanta el ritmo que le impongo y estoy pensando seriamente en buscar a otro con quien pasar las noches. Si hago esto deberé antes levantar el acuerdo no escrito con la Sandra en el cual viene figurando claramente que ningún hombre puede pasar la noche en casa. Esto supondría tener a un buen follador dentro de la habitación y a David en la habitación de al lado. Me lo estoy planteando, me apetece y me pregunto si David y yo nos seguiremos juntando en el baño a escondidas, si me follará como nunca antes o hará como quien oye llover.

El deseo de mantener un rabo entre mis piernas trasciende toda lógica y hay mañanas en las cuales cambiamos el encontrarnos en su coche por el rellano de la escalera para que el encuentro de la tarde sea distinto. El señor mayor que continúa viviendo en el 3B acude todas las mañanas al Retiro y el 3A se vende o se alquila por lo que a veces follamos contra la puerta del anciano quien acostumbra a llamarme Linda. Ayer sin ir más lejos, mientras le chupaba la polla a David justo en ese lugar, éste me dijo que no podía más y no sé cómo acabé de espaldas a él admitiendo sus embestidas con los ojos clavados en el sagrado corazón incrustado en la puerta. Fueron muchas las ceremonias religiosas que me tuve que chupar trabajando, aprendí algunas cosas inolvidables y entre ellas a distinguir a algunos santos. De todo se aprende.

Últimamente siento repetirse algunas escenas y eso no me gusta. Cuando David se corre lo hace dentro de mi vagina y los sonidos que emite no suelen ser idénticos pero siempre, siempre, tras correrse se queda pegado a mí un instante, inclinándose después para morder levemente mi cuello. Descarga entonces su cansancio con su cabeza sobre mi hombro y a veces me besa la nuca, mecánico. También acostumbra a frotarse conmigo en cuanto la Sandra nos da la espalda o se ausenta en busca de algo, lo hace con mucha frecuencia y eso me aburre. La otra tarde entró siguiéndome a la cocina, juntó la puerta sin hacer ruido mientras ella se lavaba los dientes en el baño y me aferró contra la pared cogiéndome los glúteos.

-después la pediré que nos echemos un rato... cuando termine y se duerma nos vemos en el baño-

Me rodeé mirándole y le dije bajito que no se cansase mucho. Cuando tengo ganas de follar no protesto. Fui a retirar entonces mi mano de sus pelotas y me detuvo, introduciéndola dentro de su calzoncillo. Su polla me reconoció enseguida mostrándose juguetona y le quité del medio lamiendo su nariz y abriendo al mismo tiempo la puerta. Ambos disfrutamos la situación, casi todos los días aguardo muy cachonda la espera y esta vez tardó en regresar de la cocina al salón y al volver la Sandra le dijo que tenía mala cara. Un par de horas más tarde entró en el baño echando el pestillo y visiblemente empalmado mientras el esmalte de las uñas de mis pies se secaba entre algodones, esperándole.

Hay ratos muy placenteros y otros en los que acabamos discutiendo, tenemos algunos problemas. Unas veces porque tiene que irse de nuevo al trabajo, otras veces porque no aguanta y se corre enseguida o justo cuando le pido que no lo haga. Cuando no son tantas mis ganas de follar o estoy ardiendo entonces sí que protesto y algún día no terminaré nunca. Busca una respuesta del por qué tengo ganas de rabo todo el día y no la encuentra. Dice que le cuesta mucho cumplir con la Sandra y que no lo está pasando bien. Yo misma he oído los gemidos de ella cuando se echan la siesta y eso está muy bien, no entiendo qué le pasa. Saber que sus pelotas han estado rebotando bajo el culo de ella y que, horas después, las tendré dentro de mi boca es algo que me gusta mucho pero él no aparta sus quejas tampoco.

-ninguna de las dos queréis por el culo- me dijo hace unos días -con Sandra he insistido mucho pero se niega, me gustaría más si me dejase hacérselo por el culo y no dejaré de pedírselo
-¿y cómo se lo dices?
-lo he intentado varias veces y he llegado a meter la punta pero no quiere que siga. Me pone muy cachondo cuando se niega, porque no está segura de quererlo o no, creo que algún día aceptará

Sabe que me gusta que me cuente cosas y ha llegado a decirme que le gustaría mucho que yo les sorprendiera un día follando y que se lo imagina a veces para terminar corriéndose con ella más rápido. También dice cosas que me pregunto si es que es tonto, como cuando me relata que a ella la quiere siempre de espaldas, como una perra, y que él cierra los ojos y se lo hace conmigo. No deja de repetirme que está con ella porque yo quiero y que le supone un esfuerzo concentrarse en la relación que tienen. Discutimos otra vez. Dice que se agobia porque la Sandra le pide muchos besos y que, sin embargo, él sólo ha pedido una cosa y ella no quiere concedérselo.

-Si me dejase abrir su culo me entrarían más ganas de besar-

Esta mañana dentro de su coche, mientras se ataba los cordones de la bota izquierda, le he dicho que a veces les he escuchado follar porque las paredes de la casa lo permiten y que eso me excita. Le he comentado que a la Sandra se la oye gemir y que es evidente que lo disfruta. He dicho con todas las letras que eso es lo mejor de todo. Se me ha quedado mirando en silencio, abandonando su bota, y entonces he continuado hablando. Le he dicho que me gustaría mucho escucharle a él también y que apenas se le oye. Ha hecho un gesto extraño que me ha dado la risa y me ha dicho que no sabe quién es más puta de las dos. Eso me ha encabronado. Me ha dicho también que llevo a cabo un juego peligroso y que esto no puede continuar mucho tiempo así. Entonces he aprovechado para declararle mi intención de encontrar a otro que haga siempre lo que yo pida. No le ha gustado nada la idea.

-Dime que es una broma- me ha dicho, cogiéndome el cuello apretándome contra el respaldo.
-Suéltame-
Inmediatamente lo ha hecho

-yo puedo hacer lo que me de la gana y eso haré- he añadido
-No puedo creerlo - ha repetido algo alterado - ¿no tienes suficiente? termina con esto de una vez, yo no puedo hacer más de lo que hago
-Precisamente por eso, necesito que otro me de lo que tú me niegas
-Maldita sea, tú eres quien me obliga a estar con ella, ahora ¿qué hago? 

Me he reído y eso ha rebasado el límite. En un segundo ha bajado los seguros de apertura de puertas diciendo que de allí no nos íbamos hasta aclarar el asunto. Me ha dicho muy serio que íbamos a subir a casa y hablar con la Sandra y que si yo quería follarme a otro tipo entonces él quería participar conmigo y con el tipo que yo eligiera pero que la Sandra tenía que saber que estaba estorbando. Al llegar a esa situación me ha dado lástima, es bobo. Le he dicho de muy mala manera que allí lo que estorbaban eran sus gilipolleces y que como se le ocurriera abrir la boca para decirle a la Sandra alguna sola palabra al respecto, se despidiese de mí para siempre. Que si abandonaba a la Sandra todo quedaba roto. Inmediatamente me ha preguntado si la Sandra estaba en la casa y era cierto que no estaba, por lo que a partir de ahí nos hemos ido serenando un poco y parece que hemos llegado a un acuerdo.

He terminado comprometiéndome a que no buscaré a ningún otro para follármelo por mi cuenta a cambio de que él me deje completamente satisfecha sean cuales sean mis requerimientos sexuales. El acuerdo parece que sirvió para tranquilizar a las dos partes esta mañana, yo al menos estoy contenta. Antes de salir de su coche me ha convencido para que subiéramos al piso y ha insistido en que quería probar mi cama ya que no había nadie. Al final hemos cerrado el trato mientras me cogía sobre el sofá del salón, no nos ha dado tiempo a llegar. El hecho de que en cualquier momento la Sandra pudiera aparecer por el pasillo era muy excitante y en algún momento David me ha preguntado por eso, también advirtiéndome que ahora me iba a empezar a dar mi merecido.

-Se te van a quitar las ganas de otra polla porque pienso clavártela hasta caerme muerto-


En qué zorreas