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domingo, 20 de julio de 2008

>> Cien años de perdón

aclaración nº 7

Como a la vecina del 2A ya la he llamado gorda a la cara esta mañana en la entrada al portal cuando me ha visto aparecer me ha puesto una mueca de muy pocos amigos por no decir de ninguno, y tuerta no está pero es como si me hubiese echado un mal de ojo o algo.
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Para serenar el ambiente la he dado los buenos días y también por si se la ocurre dejar caer aguafuerte o algo sobre mi ropa tendida al sol, cosa que no me sorprendería que sucediese viniendo de una persona tan extraña. Ha respondido bien al saludo e inmediatamente ha cambiado el gesto y se ha puesto a hablar como siempre y como nunca, como si la hubieran dado cuerda o no supiese que no la soporto.
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Qué me importará a mi si los limones subieron un sesenta y no se cuanto por ciento el precio en un año y no se qué del tomate y qué culpa tendrá de eso el zapatero. Yo alucino. Venía yo absorta en mis pensamientos y se me pone a hablar esta mujer de la fruta y la verdura, qué mal. Mientras seguíamos ahi y no sabía ni cómo decirla que se callase, me ha llamado alguien con quien no pienso quedar dadas las peculiaridades que ofrece pero yo he aprovechado la llamada para meterme corriendo escaleras arriba diciendo que era algo muy importante, que lo estaba esperando y que tenía prisa. Me jode mentir pero es que no puedo con ella.
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Y bueno, es que he vuelto a pecar otra vez y en eso venía pensando. Esta vez he robado a un muerto y eso no se debe hacer. A falta de sustituto de Héctor que en paz descanse todavía se me va el pensamiento a él y a sus cosas así que hoy cuando me cansé de estar en el parque me he cogido el metro y he ido a ver a Belén.
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Allí estaba, he hablado con ella lo justo, he roto el cristal de su casillero o como se llame y la he robado el rosario. Que sea el rosario es lo de menos pero necesitaba quitarlo algo. De Héctor desconozco dónde está la supultura y creo que es mejor así, es la única forma de poder volver a verle o no sé, qué más da, él no va a quejarse.
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No me ha llamado nadie de ningún juzgado o notaría o bufete o desde donde tengan que llamar y he pensado en que, bueno, si me acerco al piso de Héctor y alguien no propicio me viera o no sé, no pasaría nada, qué pasa, yo tengo una copia de llave, sí, me la dio el muerto. Pero no sé, qué mal rollo también porque alli tendrá la ropa colocadita del día siguiente, como siempre y en la mesita de noche primer cajón ya no importa lo que haya y todo eso y es jodido.
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Así que me he traído un trozo suyo a casa, me he quedado agusto pero eso está mal.
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Y antes de escribir todo esto me anduve pintando las uñas de nuevo, esta vez son totalmente rojas, y mientras se secaba la mano izquierda he estado pensando en que lo escriba o no lo escriba el caso es que voy a ver morirse a muchos o al menos a unos cuantos pero ver nacer no creo que nazca nadie. Vaya una mierda y vale, no voy a ser yo quien traiga niños al mundo pero no sé, falta compensación o algo.
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Y tengo yo unas ganas bárbaras de trabajar estos días, tantas o más como de darme cabezazos contra la pared, no me jodas, pienso en que he de seguir trabajando y me viene al pensamiento la polla flácida de Héctor, el olor de las sábanas del hospital que lo tengo atravesado, pienso en cuando vi la última vez aparecer la sonda colgada de la camilla y se me junta todo en la cabeza y así no hay quien trabaje. No, y porque no me da la gana.

miércoles, 28 de mayo de 2008

>> A dios rogando...

aclaración nº 7.
Realmente soy buena en lo que hago, no dejo de constatarlo y no me refiero solamente y no es poco a que no hay nadie que la chupe como yo en todo madrid, me refiero a que esta mañana, ya sí, Héctor me ha nombrado posible adjudicataria de sus bienes terrenales.

Me cuenta que quién si no yo le ve como dios o la cigüeña le trajo al mundo, que no hay nadie más que le intente ganar al chinchón haciendo trampas en las sumas, que quién se va a prestar a ir de nuevo al cementerio de la Almudena a cambiar el rosario de la aurora a Belén por cincuenta euros más. Es algo constatado: me necesita.

En un momento dado pasé al baño y como es habitual en mi observé mi reflejo en el espejo pero esta vez llevaba algo nuevo en los ojos, algo que no llegaba a lágrima, como el amago de algo sin nombre que hacía una chispa en mi pupila, yo llevaba eso. Al momento imaginé los dibujos animados postfechorías que se les ilumina un diente, siempre el colmillo y me entretuve en eso y me olvidé de mi chispa.

Después en el cementerio, nada, todos muertos, ya no tardo apenas en localizarla y eso que familiaridad no tenemos ninguna. A la salida estoy tan ricamente sentada en un banco fumándome un cigarro y se me sienta al otro extremo del banco un viejo, me mira, le miro, se levanta y se aleja. Al rato se me sienta de nuevo al otro extremo un negro, que no es que yo sea racista pero si era negro no voy a decir que era verde, me mira, le miro, nos miramos, me sonríe y pasa a ser un negro con tres dientes de oro y entonces me ofrece o bien droga o bien echar un polvo, yo no tengo idiomas aunque mis mechas despisten por lo que le digo que no me apetece en perfecto castellano, se levanta y se aleja.

Hay gente, por cierto, que se queja por vivir cerca de un cementerio, si se trata de un tanatorio o el cementerio es nuclear lo comprendo pero un camposanto al lado de casa es más preferible que tener la vecina que yo tengo, no la aguanto, ahora es presidenta de la comunidad y tiene el portal semiempapelado de avisos y carteles con su número de teléfono que me da la risa porque no sé si es que acaso se piensa que la va a llamar alguien. Si se va la luz de la escalera lo último que haría sería avisarla a ella, por ejemplo.

He pensado más de una vez que ella y Héctor debieron haberse conocido antes, y la recordé de hecho mientras me metía nuevamente en la cofia siendo Belén y pensar en ello me dio luego como repugnancia y me retiré al baño a vomitar pero esta vez no me entretuve en reflejarme en el espejo.

jueves, 17 de abril de 2008

>> La chica de la curva

Si de algo estoy segura es que a no ser que yo me caiga por la terraza o que me envenene la vecina del 2A, algo así rápido y eficaz, de no sucederme algo así es seguro que Héctor se muere antes que yo. Me ha estado hablando del dinero que ha juntado en vida y del que no sé si me tocará gran parte, de eso no suelta prenda.

Está blanco y no por falta de sol sino por falta de futuro, no sé, no nos veíamos desde hace ya dos meses o así y parece que han pasado doce años, sigue con sus fetichismos y sus cositas y me parece bien que le guste lo que sea pero eso de jugar con los muertos ya es algo más bien jodido.

Me habla de la ley de dependencia elaborada por Astérix y da gracias a un cielo que no le espera, agradece llevar años ya pagando un plan de pensiones con caja madrid y a pesar de hablarme y contarme de todo esto y ser la situación que es y estar como está -postrado- y con cansancio de no hacer ni poder hacer nada, sabiendo como sabe que ya no pinta nada aquí por mucho que se empeñe en jugar al tute, él sigue y seguirá metido de lleno en el sistema que le va a matar antes de tiempo.

Esto es algo que no deja de asombrarme y todo ello junto o lo que es lo mismo, la situación por sí misma provoca en mi a la vez que una vocación absurda de enfermera, una porción más de antisociabilidad ya que llego a la conclusión que la mediocridad de algunos hace feliz a otros tantos.

Hace no mucho M.P. me hablaba, me preguntaba más bien acerca del por qué no me defino en mi propósito o en lo que busco yo en este tipo de encuentros, me indicaba que aproximadamente relato todo menos esto y él mismo se contestaba: quizá yo no quiera hablar de ello.

Bien, le contesté que muchas son las veces en las que no busco nada de nada y esto es cierto pero a su vez él tenía razón porque si en ocasiones me pusiera a contar los motivos de algunas de las cosas que hago llegaría a conclusiones que prefiero no tenerlas presentes, y uno de estos casos fue el reencuentro con Héctor y casi que prefiero no hablar más de la cita y no tener que explicar que he vuelto a chupársela y todo eso, aunque no se la he chupado yo, se lo hacía Belén y pudiera ser lo mismo aunque no lo es. aclaración nº 17.


martes, 15 de enero de 2008

Fumando más que follando

Juan, el pescadero, esta mañana se ha puesto un poco pesado con que tiene que verme y quiere verme y verme, como si no me viese ahí delante mientras me sostiene por el brazo. Los sentidos se tienen para algo y si este es un tipo que no me gustó, ya está, no me gusta y no me gusta y no hay más que hablar, creo que tengo que hacer por cambiar también de pescado.

He estado con Héctor en su casa un par de horas y desnudos unos diez minutos, poco más, parece ser que en este año se le pasaron las ganas de jugar a las cartas, no he vuelto a ver la baraja. Ahora tiene un mal nuevo, le dicen que tiene un cuarto de riñón solamente como quien dice y que el otro no le funciona, todo trágico, le tienen que dar diálisis o no sé cómo lo ha llamado, y al estar jodido me ha pagado una mamada y hemos hablado un ratito haciendo tiempo y le invité a un porrito de marihuana guapa que no había probado en su vida y que le ha sacado una bonita sonrisa al despedirlo al rato.

Lo de Héctor es una lástima, a dónde vamos a llegar. Me tenía un recorte de una hoja de revista y señalado a bolígrafo haciendo círculo un sujetador de encaje, negro, que quiere que encuentre y me lo ponga, bueno e imagino que también querrá quitármelo, es lo lógico. Y lo tenía señalado ahi para evitar confusión como en las ofertas del carrefour. Me ha estado explicando el por qué ha subido la leche y los huevos y después me extendió otros 50 euros para que haga algo bien jodido, acercarme al cementerio de la Almudena y buscar a la muerta y meterle tras el cristal un rosario de la aurora con su correspondiente crucifijo colgando, yo es que no sabía si reir o llorar, no me jodas.

Pero me pareció mal negarme así que a mi vuelta me pasé por el cementerio a ver a Belén y si por poco me veo allí aún buscando la puerta de entrada y al rato ya dentro la encontré entre miles de desconocidos de ambas y la dejé su obsequio y la di recuerdos del vivo y luego se me antojó fumarme un porro en el cementerio civil que está en frente y allí fui y resulta que me topé con un comosediga con su tejado y su todo en conmemoración a la Pasionaria y un busto o nosequé de otro y así y me vi queriendo entender cosas en ruso o no se qué idioma y me fumé imaginándome la vida del guarda, observé que había gente dentro de la casa y por el ruido del interior parecía que tuviesen puesta la tv, pensé que estaría viendo el hombre madrid directo porque allí no se mueve ni el aire aunque eso sí, hoy en madrid hace un frío que pela.

aclaración nº 7

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Siete de picas

El hígado sigue estando en su sitio y yo diría que nuevas canas han aparecido en su cabeza pero Héctor se sigue mostrando pacífico, encaprichado, pero inofensivo. Encaprichado en sus juegos que ahora consisten en utilizar, él, una venda y así, a ciegas, clarear media hora y monear otra media, así viene a ser.

Me ha estado explicando los cambios en la cuota de la hipoteca, he de hacer por ver los posibles cambios en la mía. Ahora, a ratos, más que a mi tío Paco se da un aire a un abuelo de parque de estanque de patos, se ha empeñado en enseñarme a jugar a las cartas y en ello estamos.

A lo que jugamos no es juego ni es nada, yo creo que ese juego no existe, es una estupidez de hacer parejas, hoy me ha preguntado lo menos tres veces que cuál es mi carta favorita, la sota de bastos, y él ríe y ríe. De hecho disfruta tanto que se le pasó en media hora la toma de su tercera pastilla, no me he molestado en preguntarle el por qué se toma tantas porque no me apetece escucharle, lo que realmente me apetece es que se muera, que no me ha hecho nada el hombre pero es que yo no sé qué estamos simbolizando los dos ahí, las cinco de la tarde barajando las cartas pero en fin.

El otro día alguien de aquí, algún anónimo, me sugirió la muerte de Héctor tal y como murió su Belén, así en plan Carmina Ordoñez y me dio hasta miedo, anda que si un día me dice que me acerque por su casa que nos vamos de cena y cuando llego lo que me ceno es su cuerpo tendido en la bañera, no, es mejor dejar transcurrir el curso natural de las cosas que adelantar acontecimientos, y los hay que se mueren dando por culo pero éste entiendo que se morirá trabajando para poder pagarme, una partida de chinchón a veces son 20minutos o así, por cierto al nombrar 20min se me ha ido el pensamiento a Renfield que está un poco perro, no sé qué pasa, sí.

Estoy algo apagada, no follo con alegría, yo que sé, la navidad ahí acechando con el chiste ese malo que nieva entre las piernas de alguna, aunque tengo que reconocer, eso sí, que es un detallito para algunos lo de la paga extra y la cesta esta que me traje que está todo de puta madre, ya me la estoy acabando.

martes, 4 de diciembre de 2007

Martes melodramático

Además de zorra soy mala persona. Esta mañana, temprano, ha llamado la voz del sordo que no era él y hemos quedado. Tenía el teléfono encendido expresamente esperando su llamada, aunque esto me ha supuesto hablar con Héctor que sigue convaleciente en cama en su casa.
Me he pasado a verle, vine hace un par de horas, me dijo que me habían escrito nada más llegar, me hizo sonreir, de hecho he llegado allí con bastante mala hostia, Jesús no me ha despertado esta mañana. Héctor y su convalecencia me dejan el sobre con el que voy a comprarme el abrigo que me gusta.
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Con la voz del sordo que dice llamarse Julio he quedado para mañana, quiero comprobar qué dice que ve en mis ojos, últimamente me sigo aburriendo, qué largos algunos días, qué simples algunas noches. Héctor me ha estado contando lo que ya imaginé, que se traía un rollo raro con su compañera y que ella le ha dejado, se lamentó en voz alta una y otra vez y se preguntaba por qué le había engañado, afirmaba que ahora justo cuando la necesitaba le daba la espalda, utilicé sus lamentaciones en mi beneficio, le aseguré no abandonarle y me besaba la mano una y otra vez guardándola entre las suyas.
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Se puso melodramático y recordó de nuevo que estar conmigo era lo mejor que le había pasado tras la muerte de Belén, esto me dio muy buen rollo y me animé, me animé y le conté que no quiero volver por la cafetería La Playa, que un camarero ha querido contratarme, no puso impedimento alguno, asunto solucionado. Salí de allí y pasé por mi casa a dejar la cesta de navidad que Héctor me ha regalado, estuve un rato tirada en la cama, mirando el techo pensando en cuántas cestas de navidad le pueden quedar a Héctor.
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También he pensado, un rato solo, en que esta mañana el Jesús no me ha despertado y en que pretende pasar estos próximos días babeándole a otra y tengo que consentirlo, bueno en realidad me da igual, sí me molesta algo el hecho de no darme los buenos días, eso no se hace, la cuñada me da igual, es más, si no estuviera ella no estaría yo tampoco, no me molesta. Hoy he probado el vodka con zumo de piña y no, deja el sabor demasiado caliente.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Reencuentro

Héctor ha regresado más vital, más cachondo que otras veces. Salió a recibirme a la puerta, me dirigí a su habitación primero, como siempre, y mientras recogía mis honorarios ya lo tenía a mi espalda, sacando la camisa de mi falda, besándome el cuello.

-ayer me hice una paja en tu honor, en el balcón del hotel, tengo que llevarte otro día - me susurró al oido.

Lo imaginé con los pantalones bajados, tocándose, Madrid abajo mirando y me dio pena. Regresaba también más posesivo, tras correrse y regresar del baño me anduvo preguntando dónde estuve el día anterior, no le doy nunca explicaciones pero tanta pregunta me agobia, pudo notarlo. Regresaba quedando ausente su difunta, Belén, al menos por el momento y esto es de agradecer.
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Me extrañaba tanta prisa por verme y que quedase satisfecho con una, aunque brillante, mamada. Al rato, tras cenar algo, me dio a entender que seguía con ganas. Me llamaba por mi nombre, cosa nueva también puesto que siempre terminaba apareciendo su esposa o bien sus fantasías de hacérselo a la chacha, a la peluquera de la esquina o alguna otra. Volvía con ganas de mi y debía aprovecharlo: sigue siendo el cliente más asiduo y el mejor pagador.
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No acostumbro a hacerlo pero esta vez le ayudé a quitar los restos de su cena. Coloqué con cuidado las tazas en el lavavajillas y allí en silencio, en la cocina, comenzó de nuevo a meterme mano. Me preguntó al oido cuánto tiempo hacía que no me follaba en la cocina, yo no supe qué decir y me dio la risa, esto pareció excitarle aún más y desprendió los botones de mi camisa de un tirón dejando al descubierto mi sujetador, lo retiró con habilidad mientras me acorraló frente a la encimera, se detuvo un momento antes de sacarme el tanguita que él mismo ha pagado, se llevó una mano a mi vagina probando mi humedad y mientras una de sus manos sujetando fuertemente mi barbilla de forma que me obligaba a mirarlo mientras él me follaba con los ojos encendidos.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Una noche tranquila

[convendría leer antes Sobre llamada]

Llego bastante puntual. Héctor aún no ha llegado del trabajo. Voy a la cocina, abro el frigorífico, me sirvo un vasito de leche y vuelvo al salón. Me gusta su piso, es acogedor pero imagino que cualquier señor viudo de más de cincuenta años tiene un piso parecido, es como si su señora se hubiera marchado solo por unos días y aún espera que regrese, está todo como el primer día. Paso al baño, me encanta su bañera, es enooorme, tengo que comprarme una así. Paso a la habitación, en la mesita el correspondiente sobre, cuento el dinero, sí, está todo como siempre, lo guardo en mi bolso, miro alrededor, la última vez que estuve allí unos días atrás lo hicimos en el sillón al lado del vestidor donde Héctor ha dejado su ropa muy ordenadita para el día siguiente. Ni rastro del regalo que dice que me tiene. Regreso al salón.

Llega al poco rato, viene muy entusiasmado, me cuenta nada más llegar que ha tenido una subida de sueldo y que su señorita también lo notará a partir de ahora. Sonrío, se me acerca y me muerde un labio. No han pasado ni cinco minutos y ya se dirige a mi con el nombre de su difunta, miro el reloj, antes de las doce me largo de allí: No quiere a Clara esta noche. Me indica que me ha comprado algo, parece feliz. Me alarga una bolsa que él mismo traía, compruebo lo que hay en el interior, es un disfraz de empleada de hogar, va muy bien con el carácter de Belen que no puede ni debe tener opinión propia de nada. Clara les deja solos.

Él indica a Belén que se lo ponga ya, que apuntó sus medidas y que debe quedarle como un guante. Belén sonríe, cuando no sabe que hacer Belen siempre sonríe. Se lo prueba, es de su talla, el brillo en los ojos de él la dice que está encantado.

-hoy es un día estupendo, hoy se que todo va a salir bien - la dice recostándose en el sofá - ven, acércate.

Belén se sienta despacio, a su lado. La rodea con su hombro, la besa la cabeza, la coge del pelo obligándola a mirarle.

-hoy vamos a probar otra variante, pongamos que eres la nueva asistenta, rumana, recién llegada y por lo tanto no entiendes el español, yo soy todo lo que tú tienes que aprender Belén, ya verás, te gustará

Ella asiente con la cabeza, otro juego de sumisión completa.

-quítate la camisa - ordena - quiero que te quedes tan solo puesto el delantal.

Obedece. Aún no se lo ha colocado y él, encendido, le agarra un pecho, le pellizca el pezón.

-¿sabes? pensé que me corría de gusto en la sala de juntas, no esperaba este aumento ¿sabes lo que es Aumento, rumanita? mira ... toca ...

La lleva una mano a su entrepierna.

-sí, mi rumanita aprende rápido, es lista, ya sabe lo que es aumento, ¿viste como aumentó, rumanita, lo viste?

Belén hace tal y como le dice, primero ha de chupársela como otras veces hasta que él la pide que pare y la hace sentarse sobre él, de esta forma la monta de la forma más cómoda sin apenas moverse haciendo ella todo el trabajo. No debe haber nadie más en todo el barrio que para echar un polvo enmarañe tal locura. Héctor no tarda en venirse, como dijo, dentro de su rumana, apenas unos minutos y ha terminado, hace meses ya que comenzó su no aguante. Follarme pensando que se lo hace con su difunta disfrazada esta de asistenta no debe ser sano pero es muy rentable, un solo polvo mal echado y más de tres horas de absurdos inofensivos.


aclaración nº 7

martes, 11 de septiembre de 2007

Sobre Llamada

Héctor volvió a llamar. Quiere que nos veamos esta noche. Dice que me ha comprado algo, no se qué puede ser, últimamente no entiendo sus juegos.
Cuando nos encontramos en un sitio público, siempre me extiende nada más verme un sobre con mi nombre diciendo que me han escrito. Si el encuentro es en su casa el sobre lo tengo en la mesita del dormitorio.
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Llevamos viéndonos un par de años, quizá tres, en este tiempo he podido verle cada vez más viejo, envejeciendo ante mis ojos, creo que está muy solo y que yo le hago gracia aparte de chupársela como nadie más lo haría en toda esta ciudad.
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Hay veces que sueño que Héctor se muere y que me llaman del juzgado diciendome que soy yo la única heredera y me echo a llorar. Luego cuando despierto me doy cuenta que tan solo ha sido un sueño y que sigo sin poder llorar desde hace más de diez años. Creo que tengo este sueño a raiz de una cena con él en un restaurante del centro, no he cenado mejor en toda mi vida y esa noche me sentí millonaria, de no tener dinero lo lógico sería que quedase menos frecuentemente conmigo y que no me llevase de cena.
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La semana pasada hice copia de la llave de su casa, así me lo pidió y yo así lo hago. Dice que a veces le vienen arrebatos de verme y que a partir de ahora puede que me llame para que acuda a esperarle a su casa. Cuando quiere verse con Belén la hora la cobro más cara, en esto estamos los dos de acuerdo pero a su vez es algo que me aburre considerablemente.
Tengo que arreglarme, a las nueve debo estar ya lista y en su casa.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Mi cabeza

Me he levantado con un dolor de cabeza terrible, sobre las once y media. Antes, poco después de las diez Héctor ha llamado, odio que me saquen de la cama por lo que he dejado que suene hasta que ha colgado. Entiendo que volverá a llamarme, últimamente está algo obsesionado.
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Me comentó hace un par de semanas que con mis gestos le represento a su segunda esposa, desde ese día me llama Belén. Ella murió de una sobredosis de fármacos y esto no me gusta nada, cada vez que me nombra yo represento en mi cabeza una caja de pastillas. A mi me gusta ser Clara y cuando tengo que ser Belén me aburro, es un ama de casa de las de toda la vida, sumisa y machista y lo más sorprendente es que a pesar de estar durante más de diez años casados nunca se lo hizo por detrás y ahora no quiere manchar su nombre.
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Héctor es mi mejor cliente y no debo perderlo, yo, cuando me aburro mucho fantaseo con que él es mi tio Paco que ha venido a verme hecha ya una mujer, aquel siendo yo una niña me regaló una muñeca y después emigró a Francia y no hemos vuelto a vernos. El tio Paco se deja llevar a menudo por gestos que no son de Belén y me lo hace muy rico.


En qué zorreas