lunes, 13 de enero de 2014

Dios entre las piernas

Entro de puntillas en la habitación con frecuencia por las noches, procurando no hacer apenas ruido y entendiendo que fue suficiente durante la tarde, pero él termina siempre percatándose de que me he metido entre las sábanas y entonces comienza la guerra. Cada noche es una batalla. A veces le oigo respirar, entrecortado, mientras me desvisto y sé que me está esperando ansioso y que en cuanto me ponga las manos encima ya no podré soltarme. Otras veces me dejo caer con cuidado sobre uno de los laterales de la cama, mientras él duerme, pero en cuanto palpa mi presencia ya comienza a recorrerme el cuerpo con las manos en busca de mi entrepierna.

Dice que le tengo cachondo noche y día, desde luego siempre tiene ganas de follarme. En ocasiones me ha dejado exhausta sobre la cama, o directamente en el suelo, y cuando alguna vez le he dicho que no puedo más entonces me ha pedido follarse a la Sandra. Ya me ha dicho varias veces que sería bueno para él tener a otra mujer con la que desahogarse cuando yo me niego. Sé que me lo dice como castigo, aunque tampoco me extrañaría que se la follase cualquier día ya que también me consta que la Sandra le tiene ganas. Hay veces en que él se pasea casi desnudo por la casa y he visto entonces cómo ella se le come con los ojos. He visto también cómo se pone nerviosa cuando él está presente y no sería extraño que ella aceptase si Khaled diera rienda suelta a su amenaza de buscarse otra zorra.

Es un hijo de puta, sí, pero tiene a dios entre las piernas. Cuando le entran ganas de meter la polla en caliente a mitad de madrugada, cosa que suele ocurrir con bastante frecuencia, me despierta de cualquier manera y siempre altamente excitado, con la polla abriéndose camino entre mis nalgas la mayor parte de las veces. No suele gustarme el brusco despertar, pero cuando me he quejado entonces él me hace saber que también le gusta violarme. Mi resistencia a sus arrebatos nocturnos no suele durar mucho, ya que aprendió rápido acerca de mis debilidades sexuales. También me hace prometerle, casi semanalmente, que cuando vuelva su primo Munir no dejaré de verle. Suele pedírmelo cuando estoy casi a punto de correrme y si no lo prometo se retira, me lleva su polla a la boca o vuelve a hablarme de la Sandra.

Me gusta su forma de follarme salvajemente, pero su falta de delicadeza muchas veces da luz a mis quejas y es entonces cuando no tengo escapatoria. Escuchar mis quejas le excita sobremanera y casi siempre procura que me lamente primero haciéndome esclava de él después. Me ofrece orgasmos inmejorables cuando quiere y de forma continuada, tratándome como a una perra cada vez que le da la gana. Ha hecho que vomite varias veces al no estar dispuesto a separar su rabo de mi garganta, haciéndome también con frecuencia gemir de placer y de dolor a partes iguales. Alguna vez se ha preguntado en voz alta qué clase de dios le ha mantenido alejado de mí durante tantos años, haciéndome reír, no tardando en abalanzarse sobre mí de nuevo para emprender una nueva faena.

Esta misma tarde ha entrado siguiéndome en el baño, cerrando con seguridad la puerta tras de sí. Me disponía a meter ropa sucia en la lavadora y no me ha dado opción. Ha colocado mis dos brazos a izquierda y derecha del lavabo, me ha levantado la bata por encima de la cintura y manteniéndose detrás de mí se ha apresurado a bajarse el calzoncillo rozándome con su polla ya erecta. Me ha hecho inclinarme de forma que facilitase su entrada en mi vagina por detrás, consiguiéndolo. Dos o tres entradas y salidas suaves, mientras ha abierto el grifo echándome agua tibia sobre la nuca y no ha tardado en comenzar a acelerar sus embestidas. Ha seguido penetrándome con fuerza hasta que se ha corrido sin salir de mí, sin dejar de tirarme del pelo hacia atrás, empapándome de sudor y maltratándome en cada frase. Después me ha sentado sobre la tapa del wc, arrodillándose, y ha comenzado a comerme el coño hasta hacerme tocar el cielo con las dos manos.

Esta noche después de cenar y mientras yo estaba apilando los platos sucios en la cocina ha vuelto a acercarse a mí con ganas de más. Ha estado tocándome las tetas mediante un extraño juego, mientras me hablaba de algo que comentamos ayer. Una vez he terminado de colocar los platos le he dicho que se estuviese quieto con las manos, apartándole, explicándole que la Sandra llegaría a casa en cualquier momento pero esto solo ha provocado que me buscase con más ganas. Cuando se ha cansado de pelear conmigo, ha salido de la cocina advirtiéndome que me esperará despierto en la habitación. Conozco esa mirada suya de otras veces anteriores, está molesto y me hará pagar caro este rechazo. Es muy posible que hoy vuelva a atarme al cabecero de la cama y no me soltará hasta que no me encuentre ya del todo sometida a lo que él me dicte.


En qué zorreas