martes, 25 de septiembre de 2007

De cumpleaños feliz

[convendría leer antes Como una chica buena]

Llego puntual a la cita. El bolso a juego con los zapatos según lo acordado causa sensación en el metro, de esta forma me aseguro que me reconocerá. Tarda un ratito en llegar pero el hecho de hacerlo en un lexus descapotable en color crema lo compensa. En el trayecto, cosa ya típica, me cuenta media vida. Estudió en Salamanca, un par de años haciendo un máster en Londres hizo que nos conociéramos. Yo trabajo en la central de Correos, cerca de la estación de renfe de Chamartín, le indico que este trabajo me aburre soberanamente y me comenta que puedo explayarme en eso, que no hay problema. Le tomo la palabra.
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Llegamos a la casa, a un par de manzanas de la plaza de la Moncloa, utiliza el mando a distancia para entrar en el garaje, me hace saber que él tiene un apartamento en pleno centro y que pasa temporadas cortas en la ciudad. Subimos en el ascensor, me familiarizo con él, le desabrocho el último botón de su camisa a rayas pues me ahogo solo con verle, le huelo, alabo su perfume, le limpio la solapa de la chaqueta y me miro en el espejo, me indica que estoy preciosa, lo se.
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Toca al timbre, tardan un momento en abrir, nos recibe la señora, caminamos por un pasillo interminable hasta acceder al salón, al fondo. Calculo que la casa tiene la solera de unos 300 metros cuadrados, la señora me observa, me hace asomarme a la terraza, le hago saber entre risas que este trocito es más grande que el salón de mi casa, ella me explica encantada.

-tenemos el parque del Oeste aquí mismo, sigue dando vida tener estas vistas.

aclaración nº 13
Alguien camina por el largo pasillo hacia nosotros, al salir a la luz completa me doy cuenta que para mi no es un desconocido. Se queda petrificado al verme, carraspea, Arturo hace las presentaciones. Soy Belinda. Me mira de arriba abajo imagino que intenta hacer memoria de mi verdadero nombre, alterna la mirada entre su esposa y mi cintura. Observo la mesa donde comeremos, hay vino, me irá bien, los católicos son de pocas explicaciones. Se hace un pequeño silencio que aprovecho para felicitarlo, me recuesto en uno de los sillones, Arturo, padre, no sale de su asombro, hace lo propio en el sillón de al lado, pregunta cuándo comeremos y le indica a su esposa que nosotros seguramente tendremos prisa.
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La comida me resulta un tanto aburrida, Arturo, padre, apenas participa de la conversación, se la pasa mirándome el pecho y matando a preguntas a su hijo, que las sortea con una naturalidad que me sorprende. Apenas tengo que hablar de mi sosa vida, lo agradezco. La carne y la tarta riquísimas, se lo hago saber a la señora. Esta indica a su hijo que tiene muy buen ojo, Arturo explica nuestra incompatibilidad de horarios, me gusta su espontaneidad, pareciera tenerlo todo bajo control. Tan solo queremos café el padre y yo por lo que el chico ayuda a su madre a recoger la mesa y van y vienen de la cocina.
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Me enciendo un cigarrillo, dudo un instante en si levantarme o ir. Directamente me pregunta donde he conocido a su hijo, le hago saber que es la primera vez que le veo, que es un chico encantador y que me ha tratado divinamente, que debe sentirse solo de ahí que recurra a mi, lo niega, dice que le estoy mintiendo, insisto en que todo es verdad pero no parece querer escuchar, me pide una tarjeta, se la doy, dice que me llamará y hablaremos más tranquilamente.
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Regresan ambos de la cocina, se sientan un momentito, el chico tiene prisa porque salgamos de alli, comenta que ha de acompañarme al Hospital Clínico, que tengo a mi hermano convaleciente de un accidente de coche, me explayo, la señora dice que rezará por mi hermano y por mi y que esa es mi casa. Nos despedimos, llamo al ascensor.

Parece feliz, dice que todo ha salido según lo previsto, le pregunto si siempre hace igual, el tenerlo todo bajo control, explica que es mejor asi, que la chica con la que sale está pasando por una depresión debido al estrés en el trabajo, me hace gracia pero guardo silencio, dice que es mejor no traerla a casa, preocuparía a su madre. Salimos por el parking de nuevo, accedemos a la calle, la gente admira el coche y mi bolso rojo que hago admirar dejándolo sobre el salpicadero.
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Me pregunta dónde quiero ir, estoy a su disposición, mira el reloj, conecta el gps tan solo para asombrarme, me lleva a su apartamento. Un nuevo parking. En el ascensor me come la boca mientras me paga y va desabrochando mi blusa, yo hago lo propio con su pantalón. Pasamos tropezándonos con todo lo que encontramos en el camino, sin apartar su lengua de mi boca, me lleva a la habitación, me tira en la cama, me pregunta si me percaté de las miradas de su padre, me muerdo el labio

-¿y si te dijera que me lo he hecho con tu padre?

Se despega de mi un momento, me mira directamente a los ojos, comienza a penetrarme mientras me sigue mirando, incrédulo, esto parece excitarle, me coge los brazos, me esposa con una de sus manos por encima de mi cabeza, cruzándome los brazos, me dejo hacer, me deja ahí con su mano presionándome.

-no, no digas eso, no puede ser, dime que no es verdad – suplica sin dejar de embestirme.

-¿de ser cierto qué pasaría? son cosas que pasan.

-de ser cierto quiero saber qué te ha hecho y quiero hacértelo yo, tenemos buen gusto los dos según parece

Me resulta excitante, le quiero dentro de mi culo, le miento.

-a tu padre recuerdo que le gustó darme por detrás, me lo hizo bien, despacito pero firme, y terminó dentro.

-¿ah, si? – parece entusiasmado, me suelta las manos, pide que me voltee, que me mantenga a cuatro patas en lo alto de la cama, me dejo llevar, se coloca a mi espalda, le gusta lo que encuentra - ¿y cómo te lo hizo, así, eh, así,? – pregunta mientras a su vez entra de una sola vez y despacio mientras se sigue preguntando si así está bien.

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