miércoles, 19 de septiembre de 2007

Una noche tranquila

[convendría leer antes Sobre llamada]

Llego bastante puntual. Héctor aún no ha llegado del trabajo. Voy a la cocina, abro el frigorífico, me sirvo un vasito de leche y vuelvo al salón. Me gusta su piso, es acogedor pero imagino que cualquier señor viudo de más de cincuenta años tiene un piso parecido, es como si su señora se hubiera marchado solo por unos días y aún espera que regrese, está todo como el primer día. Paso al baño, me encanta su bañera, es enooorme, tengo que comprarme una así. Paso a la habitación, en la mesita el correspondiente sobre, cuento el dinero, sí, está todo como siempre, lo guardo en mi bolso, miro alrededor, la última vez que estuve allí unos días atrás lo hicimos en el sillón al lado del vestidor donde Héctor ha dejado su ropa muy ordenadita para el día siguiente. Ni rastro del regalo que dice que me tiene. Regreso al salón.

Llega al poco rato, viene muy entusiasmado, me cuenta nada más llegar que ha tenido una subida de sueldo y que su señorita también lo notará a partir de ahora. Sonrío, se me acerca y me muerde un labio. No han pasado ni cinco minutos y ya se dirige a mi con el nombre de su difunta, miro el reloj, antes de las doce me largo de allí: No quiere a Clara esta noche. Me indica que me ha comprado algo, parece feliz. Me alarga una bolsa que él mismo traía, compruebo lo que hay en el interior, es un disfraz de empleada de hogar, va muy bien con el carácter de Belen que no puede ni debe tener opinión propia de nada. Clara les deja solos.

Él indica a Belén que se lo ponga ya, que apuntó sus medidas y que debe quedarle como un guante. Belén sonríe, cuando no sabe que hacer Belen siempre sonríe. Se lo prueba, es de su talla, el brillo en los ojos de él la dice que está encantado.

-hoy es un día estupendo, hoy se que todo va a salir bien - la dice recostándose en el sofá - ven, acércate.

Belén se sienta despacio, a su lado. La rodea con su hombro, la besa la cabeza, la coge del pelo obligándola a mirarle.

-hoy vamos a probar otra variante, pongamos que eres la nueva asistenta, rumana, recién llegada y por lo tanto no entiendes el español, yo soy todo lo que tú tienes que aprender Belén, ya verás, te gustará

Ella asiente con la cabeza, otro juego de sumisión completa.

-quítate la camisa - ordena - quiero que te quedes tan solo puesto el delantal.

Obedece. Aún no se lo ha colocado y él, encendido, le agarra un pecho, le pellizca el pezón.

-¿sabes? pensé que me corría de gusto en la sala de juntas, no esperaba este aumento ¿sabes lo que es Aumento, rumanita? mira ... toca ...

La lleva una mano a su entrepierna.

-sí, mi rumanita aprende rápido, es lista, ya sabe lo que es aumento, ¿viste como aumentó, rumanita, lo viste?

Belén hace tal y como le dice, primero ha de chupársela como otras veces hasta que él la pide que pare y la hace sentarse sobre él, de esta forma la monta de la forma más cómoda sin apenas moverse haciendo ella todo el trabajo. No debe haber nadie más en todo el barrio que para echar un polvo enmarañe tal locura. Héctor no tarda en venirse, como dijo, dentro de su rumana, apenas unos minutos y ha terminado, hace meses ya que comenzó su no aguante. Follarme pensando que se lo hace con su difunta disfrazada esta de asistenta no debe ser sano pero es muy rentable, un solo polvo mal echado y más de tres horas de absurdos inofensivos.


aclaración nº 7

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