lunes, 14 de enero de 2008

Como saliendo desde el banquillo

En la calle Alcalá, a la altura del número ciento sesenta y pico, en la esquina de la tienda de móviles lo encontré a las dos en punto. Atractivo, con un tono de voz cuanto menos llamativo, como susurrante, metido en su traje, azul, impecable, antes de explicarme nada ya supe que se ganaba la vida explotando el trabajo de otros. Andamos unos metros y nos metemos en un bar, allí me cuenta que la comida, de empleados, nos llevará un par de horas y que si todo va bien estaremos juntos hasta las cinco de la tarde. Me da el dinero en un sobre del mismo color que su traje y permanentemente gesticula al hablar, expresándose, y yo mientras le observo pienso en que gana mucho dinero, eso es seguro, me cuenta que es jefe de personal.

Yo por mi parte voy de estreno, luzco un colgante en plata monísimo y porta el correspondiente diamante, me lo compré en Serrano, y este hombre, Juan Miguel, alterna el mirarme los ojos con vistazos a la perla. Parece tener todo calculado, debemos aparentar ante todo con el gestor y su parienta, con el propietario del negocio y con la jefa de ventas y marido, el resto de asistentes le vienen a ser insignificantes.

Me cuenta que he de saber de Úrsula, quien debiera ser la titular de mi puesto, otra zorrita, me dice que no se hablan desde hace meses pero que siempre era la reina de estos festejos y no puede aparecer solo y abandonado. El hecho de ser suplente de otra zorrita me jode un poco pero sonrío. Como ya les ha venido hablando de mi tengo que aparecer allí siendo una estúpida abogada de casos sin resolver, anduve dudando en si devolverle el dinero pero opté por permanecer asintiendo.

Me vi al rato repartiendo besos a nuestra llegada al restaurante, tan sólo faltaba otra pareja en llegar, eramos unas veinte personas y agradecí quien me acompañaba cuando saludé al gestor porque hay que tener estómago. Triunfamos la perla y yo. Me gané a toda la mesa al unirme a la conversación de dos novios de administrativas, hablaban de la suplencia de Guti en el madrid, a Iniesta no lo saqué a relucir, no quería mancharlo, eran todos unos gilipollas, madridistas sin criterio propio, me jodieron y me pareció más interesante hablar de mujeres y se acabó hablando de victoria bekan y de mi colgante. aclaración 5 - 3ª.

Las intervenciones de este me daban cierta vergüenza ajena y estando ya tomando la copa pensé en firme que no me acostaba con él ni muerta. Y así fue. Aprovechó la despedida de varios de los comensales para hacerme arrumacos y yo a su vez para decirle que estaba el dinero correcto y me iba para casa a nuestra salida.

Regresé en metro y cuando salgo en mi parada en el móvil me saltan varias llamadas perdidas y un mensaje de él, cuarto de hora atrás, lo escucho y me indica que está dispuesto a pagarme el doble, algo rápido, en su coche, que podía recogerme en una hora, en la esquina del Reina sofía, que le mandase un ok a su teléfono. Pero no. Lo que quiero es no volver a encontrarme en semejante situación escuchando tanta desfachatez junta. Y Saviola ahí con esa gente, mendigando. Yo es que no puedo con ellos y una de las chicas lo maja que parecía y será mileurista de por vida acostándose con un subnormal que no la sacará de pobre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguramente acabaría haciendo algo rápido, en su coche, para bajarse el calentón. Y con suerte le habrá sabido a frustración.

Y pensar que hay tantos coches estrellándose por el mundo con inocentes dentro...

venus dijo...

me encanta tu blog..... directo.. franco.. los textos... la retorica........


besos gracias

te leere a diario

Amanecer vacío dijo...

Encantat de llegir de nou la teva prosa atrevida.

abraçada.


En qué zorreas