jueves, 27 de septiembre de 2007

De cine

Sorprendentemente Guillermo, el camarero de La Playa, me llama después de comer. Me pregunta si podemos vernos y que cuánto cobro, me apetece verlo por lo que le indico que si se porta bien seguirá siendo todo gratuito. Me cuenta que tiene el día libre, que quedemos en pleno centro, me parece bien sitio y hora. Termino de hacerme la manicura y salgo de casa.

Cuando llego ya está allí esperándome, revisa mi cuerpo, todo está en donde debe estar, sonrío, le alargo un cigarrillo. Me comenta que no sabe cómo debe saludarme, le como la boca. Dice que me invita al cine, que quiere verme comer palomitas, mientras andamos me cuenta que nunca ha conseguido hacérselo en el cine, que le gustan los cines de Callao muy especialmente por ser salas muy grandes pero que a sus parejas no les ha parecido nunca bien hacerlo allí y que se ha pasado media mañana imaginándose conmigo entre butacas. Regresa el brillo de días pasados a sus ojos.

Llegamos a la taquilla, hay gente, debemos esperar. Queda un ratito para que comience el siguiente pase, escoge una americana como no podía ser de otra manera, saca la cartera del pantalón. Me distraigo mirando anuncios y las pantallitas de cada sala. De nuevo vuelve a revisarme.

-pero qué guapisima que eres, me enciendo de solo pensarte.

Rio con ganas y ahora es él quien me come la boca. Alrededor, nos observan, aparentamos ser novios recientes, la situación me divierte. Pasamos dentro, me dice que la película no hay quien la vea, que es imposible que se llene la sala, que escoja butacas, le dejo escoger a él, de ser por mi nos sentamos en la primera fila. Ni que decir tiene que pasé con palomitas y cola tamaño grandes como corresponde a una zorra de mi clase.

En menos de diez minutos ya me estaba metiendo mano, yo me situaba en el mismo tiempo cual colegiala y reía encantada ante la petición sucesiva de silencio por parte de los demás. Me masturbó magistralmente al tiempo que poquito a poco me iba acercando a su asiento, atrayéndome y colocándome encima suyo. Desde mi posición y siendo los últimos de la sala veía cabecitas, no muchas, unas veinte, con los ojos en la pantalla, mientras sentía sus manos en mis nalgas, pellizcando mis pezones, babeándome la camisa en mi espalda.

Consiguió contagiarme de su calentura, me encendía el oirle jadear pegadito a mi oreja. Comenzaba a acelerarme, en un movimiento rápido yo misma procedí a metérmela, me agarró por la cintura de forma que yo era la dueña de la situación. Un señor colocado justo un par de filas más adelante quizá escuchó mi gemido, no se, vi como nos miraba asombrado, se lo hice saber a Guillermo, este le vio y acto seguido desabrochó todos los botones de mi blusa de forma que mi pecho quedó al aire para toda la sala.

Al momento de continuar así la situación en la que ambos se observaban, mi compañero pareció volverse loco de forma que cabalgué encima suyo mientras él me pellizcaba los senos con ambas manos, me mordía el cuello, tiraba de mi pelo hacia atrás para que su nuevo amigo pudiera verme la cara y sintiendo sus ganas dentro de mi pude entonces correrme mientras en la pantalla Tom Cruise daba vueltas en medio de una calle que bien pudiera ser la Gran Via, como si buscase a alguien.

Guillermo se reía encantado por cómo me venía encima suyo, le pedí que continuase y de nuevo aceleró el ritmo de forma que no tardó apenas en correrse. Fuimos los primeros en salir de la sala, no esperamos a los créditos.

1 comentario:

renfield sonia dijo...

Parece que a alguien le salio rentable la pelicula... y que a otros, bueno a veces la rentabilidad no se mide en dinero sino en gemidos... En fin, no estoy seguro de que me gustase tener un espectaculo extra por mi entrada al cine, creo que me pondria bastante nervioso y eso hace que me pique la nuca y que no me pueda concentrar en tom cruise ni en gran via..


En qué zorreas