martes, 2 de octubre de 2007

Sin noticias

Llevo varios días sin tener noticias de Héctor y esto no es habitual, es la primera vez que ocurre desde hace ya tiempo. Esta noche he vuelto a soñar que algo le pasaba y me veía a mi misma como única heredera de una fortuna que desconozco.
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Paso por la calle donde trabaja; no me parece bien que los clientes me den tantas explicaciones de su vida pues luego les recuerdo por diferentes motivos callejeando por Madrid. Compruebo que su despacho tiene las persianas alzadas a media altura, todo parece en orden, me cruzo en la acera a un compañero suyo que parece llevar bastante prisa, me mira las piernas, una, dos veces y sigue caminando. Héctor me habló de él en alguna ocasión, le guarda cierta antipatía pues suelen tener problemas en la entrega de informes a dirección. Observo de nuevo el edificio y me pregunto si sería posible que yo conociese (desnudo) a alguien más de esa empresa, simple curiosidad.
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A la hora exacta me encuentro ya en la estación de Atocha, he quedado en recoger a Sandra que viene desde Santander expresamente para verme. Nos conocemos desde hace años, compartimos profesión y un par de fines de semana al año lo pasamos juntas para no perder el contacto, me resulta simpática y no me da problemas. Esta vez viene para quedarse un par de días, quiere que hagamos algo, aún no está hablado. Al salir de la estación de renfe desconecto mi teléfono hasta tener claros los planes.

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